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ENTREVISTAS / PRENSA






Un corazón solitario no es un corazón

Salvador Compán presentó en el Colegio Notarial ‘Corazón sin sueño’, primer libro de poesía de este profesor que fue finalista del Planeta el año que lo ganó Maruja Torres
FRANCISCO CORREAL 25 Abril, 2022 – 06:00h

Salvador Compán (Úbeda, Jaén, 1949) escribió su biografía sobre un mapa. Ese mapa no es el de su itinerario como profesor de Lengua y Literatura: Laredo, Ibiza, Bruselas, Sevilla, donde en 1983 se incorporó al claustro de profesores del Instituto San Isidoro, el más antiguo de Andalucía, que este año celebra sus 150 años de historia desde que lo fundara su primer director, Alberto Lista. El profesor nacido en el cogollo arquitectónico del Renacimiento (Úbeda, Baeza) donde resonaba el eco de las clases de Francés del profesor Antonio Machado y su dolor por la ausencia de Leonor, se enamoró de la profesora de Inglés. Ella, María José, es la destinataria de su libro Corazón sin sueño, el primero que escribe de poesía, aunque la poesía haya impregnado sus novelas, sus libros de cuentos, hasta sus clases de Lengua y Literatura.

Biografía escrita sobre un mapa es el último poema de Corazón sin sueño. Ese mapa no recorre sus estancias docentes, incluido ese paso por la capital belga, donde su alumnado eran hijos de emigrantes con los que en febrero de 1980 celebró el 28-F. El mapa de ese poema es el que va de Sevilla a Soria de la mano del poeta que dijo que «un corazón solitario no es un corazón». Un tributo a Antonio Machado de quien durante casi cuatro décadas fue profesor del instituto del que fue alumno Manuel Machado, su hermano, embajador del Parnaso de los modernistas.

La historia de este libro es curiosa. Desde que descubrí su primer poema, titulado Noticias desde el transmundo, publicado en uno de los libros artesanales de Cuadernos de Roldán que estaba dedicado al viaje que hicieron a Almadén (la población manchega de las minas de mercurio) hasta su reciente presentación el mundo ha dado muchas vueltas.

Por medio hubo un confinamiento mundial, un estado de alarma, dos años sin primavera en España, partidos de fútbol sin público, cines cerrados, varios millones de fallecidos. El autor de Corazón sin sueño y su compañera estuvieron ingresados por Covid casi al alimón.

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Salvador Compán presenta en Sevilla ‘Corazón Sin Sueño’, su primer poemario con perspectiva biográfica

Salvador Compán presenta en Sevilla ‘Corazón Sin Sueño’, su primer poemario con perspectiva biográfica
21 ABR 2022- 14:52

La sede de Sevilla del Colegio Notarial de Andalucía, dentro de su agenda cultural, ha acogido la presentación del poemario ‘Corazón sin sueño’ del escritor Salvador Compán, finalista del Premio Planeta y Premio Andalucía de la Crítica y que ha escrito su primer poemario con una «clara» perspectiva biográfica.

«El ponente, novelista, poeta, autor de relato breve y catedrático de instituto aún no había podido presentar en Sevilla su primer libro de poemas, publicado durante la pandemia», ha trasladado el Colegio en un comunicado.

Así, ha destacado que ‘Corazón sin sueño’ constituye una «excepción» en la obra de Salvador Compán, quien ha centrado su obra en la prosa y en la novela. Aunque, como el propio autor explica en el prólogo, «la poesía lo ha acompañado desde la adolescencia». «Se ha dedicado a ella de forma intermitente pero intensa, buscando explorar un género que contiene las mejores armas de la lengua para significar o conmover», ha señalado.

Los poemas de ‘Corazón sin sueño’ están recopilados de forma antológica, como una biografía «involuntaria o casual», y van acompañados por una docena larga de dibujos, extraídos de los cuadernos de apuntes de Salvador Compán. Los dibujos, hechos a bolígrafo, reflejan «las impresiones del autor sobre temas y lugares surgidos a lo largo de sus viajes».

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Entrevista a Salvador Compán por Andrés Ortiz Tafur

Salvador Compán es un maestro de escritura y de valores, un hombre bueno y culto, afanado en darles voz y dignidad a los silenciados, a través de sus personajes e historias. Y el inventor de Daza, la ciudad imaginaria más hermosa del mundo, porque convierte en una sola a Úbeda y Baeza. Salvador, el pasado 13 de marzo teníamos una cita en la iglesia de San Lorenzo para presentar en Úbeda Corazón sin sueño, tu primer poemario, editado en esas fechas por Juancaballos, el brazo editorial de la Fundación Huerta de San Antonio. El maldito coronavirus no solo chafó aquel encuentro, también te enfermó. ¿Cómo te encuentras?

Yo ya he salido de la enfermedad, peo parece que como sociedad no acabamos de salir, a pesar de que el virus ya ha dejado un largo rastro de
muertes y ha echado al paro y a la pobreza a miles de personas o, incluso, ha evidenciado la bajeza moral de ciertos políticos que, lejos de ayudar a sus
conciudadanos, parecían desear más desolación para desgastar al gobierno. La pandemia se nos puede antojar un castigo tan duradero que a veces no
parece una excepción y no acabamos de ver el signo que cierra el paréntesis. No cesan los rebrotes y mi mujer misma sigue con secuelas. Cuando esto
acabe y miremos atrás, quizá estemos tentados de ver solo un panorama de pérdidas. Pero no, no será así, tendremos al menos como saldo una mayor
lucidez y ese aprendizaje que puede extraerse de los malos tragos o de de cualquier derrota.

“El viaje como algo que transforma, como metáfora de la vida”, apuntabas en el año 2000, a cuenta de la presentación de tu libro Cuaderno de viaje, con el que
fuiste finalista del premio Planeta. Se me antoja que esa máxima también le viene al pelo a Corazón sin sueño, aunque en esta ocasión el camino recorrido
sean tus años, tus distintas etapas existenciales ¿Provoca vértigo descubrirte en tus propios versos? ¿Algún reproche que hacerle a ese jovenzuelo que comenzó a escribir el libro, en los años 60?

Podría verse Corazón sin sueño como una autobiografía hecha de momentos de especial relieve, como una autobiografía fragmentada puesto que he ido
escribiendo esos poemas de un modo intermitente. Si te resumo hablaría de una sucesión de poemas de distintas épocas que han sobrevivido entre otros
muchos que escribí por lo que vienen a formar un conjunto de huellas que retienen vivencias y la emoción del tiempo, que retienen un resumen de mi
vida. Pero no está mal como tú lo ves, como un largo viaje que va contando la metamorfosis de aquel chaval que, al final de los años sesenta, comienza a
escribir poesía. Y, sin embargo, no tengo sensación de vértigo ante aquellos primeros poemas sino de integración o congruencia, porque el libro ha ido
creciendo a partir de mi propia evolución, y se ha ido actualizando con sucesivas reescrituras.

Hablas, además, en el prólogo de “la continuidad de la voz”, de una “sucesión de “yoes”. ¿Convergen todos en algún momento en un solo yo?
Lo que quiero expresar con esa sucesión de yoes es que somos distintos en cada etapa de nuestras vidas, sin dejar de ser, paradójicamente, los mismos.
Somos una conciencia que cambia sin perder su identidad esencial, porque el yo del presente, lo que tú eres hoy, contiene y asume a los yoes anteriores.
Podríamos decir que en Corazón sin sueño se refleja esa suma de tiempo. El pasado está dentro del libro como las raíces que confluyen para alimentar a un
mismo árbol. Al fin y al cabo, el poemario tiene mucho de memoria lírica, de un ajuste de cuentas con mi vida, procurando ni añadir incienso ni quitarle la grasa o las espinas a cada uno de aquellos yoes que he sido.

Sorprende que hayas tardado tanto en decidirte a publicar poesía. Corazón sin sueño no es un libro correcto, que viene a servir de capricho para el autor y de
curiosidad para sus lectores. Yo, que lo llevo encima desde hace meses —para ver si aprendo un poco—, lo encuentro a la altura de tus obras en prosa. ¿Respeto? ¿No le echabas cuentas?

En el género de la poesía está toda la potencia del lenguaje, su quintaesencia, su inmensa capacidad de expresar el mundo. La poesía, en todos los sentidos,
es palabras mayores. De ahí mi prevención de novelista a manejar un género que solo había frecuentado como una necesidad íntima, como una necesidad
expresiva propia. Así que quise trabajar mi poemario hasta hacerlo realmente mío. Sólo así perdí el respeto a publicar en un género donde, en principio, yo mismo podría considerarme un intruso.

El libro viene acompañado de tus dibujos, una faceta que yo, al menos, desconocía.
Son dibujos que vienen de lejos, de una costumbre de años. Suelo hacerlos en cuadernos de viaje donde acompañan a mis impresiones escritas. Por lo
demás, están hechos a bolígrafo, sin boceto previo a lápiz, como un reto que quiere obligar a mejorar a mi mano de dibujante.

En tu obra predomina el pasado, los errores e injusticias que acaecieron en el siglo XX, como una suerte de venganza o de ocasión para dignificar a esos segmentos de la sociedad que, por las circunstancias del momento, lo tuvieron muy difícil. Pero el pasado siempre vuelve, o eso parece. ¿Nos estamos
repitiendo? ¿Quiénes son ahora los desheredados?

Parece que el pasado, como el coronavirus, no acaba de suceder. Existe un afianzamiento de los privilegios sociales, un continuo ordenamiento de la
sociedad a su favor, que produce, como consecuencia, una esclerosis histórica y que a los perros flacos todo se le vuelvan pulgas. En este sentido la historia
parece que no fluye porque, como una maldición, los desheredados son siempre los mismos, las víctimas del poder económico y de toda la ideología política o religiosa que lo sostiene.

Eres un escritor muy cercano, asiduo a los clubs de lectura. Te gusta presentar tus libros, no dejarlos a su suerte. Y en cuento te recuperaste de la Covid-19, te hemos visto en distintos encuentros digitales, prosiguiendo con la promoción de Corazón sin sueño. No obstante, la cultura precisa de un contacto más directo, y en un país como el nuestro, en el que nunca se le ha dado la suficiente importancia, la hecatombe puede resultar letal. ¿Cómo ves el panorama?

Creo que la cultura tiene muchos caminos, y todos se complementan. Pero el contacto directo, como en los clubes de lectura, o en la enseñanza las clases presenciales, es el más efectivo, el que más comunica. El que tenemos que recuperar cuanto antes.


Úbeda, Almería, Granada y Sevilla —además de Cantabria, Bélgica e Ibiza, en tus inicios como docente—. Leía por ahí que “sevillano por elección”. Y qué va,
en Corazón sin sueño se descubre a un viajero sempiterno. ¿Tantos “yoes” como escenarios?


Sevilla es una ciudad hermosa para vivir, que me ha dado mucho, por eso, es una de las ciudades que llevo dentro, sin embargo, las que te acompañan
como un referente inevitable son aquellas donde naciste y, sobre todo, aquellas donde aprendiste a vivir. En mi caso, es Úbeda la ciudad a la que vuelvo, física
o mentalmente, como si regresara a un espacio que tiene para mí mucho de matriz o de horma. Sobre ello, hay un poema en el libro donde se viene a expresar esa idea.
Respecto a si hay tantos yoes como escenarios, habría que decir que el viaje es solo un cambio normalmente sin consecuencias. El viaje solo te traslada y, por más que te incite o te dé, eres tú el que debe reinventar el viaje, eres tú el que puedes llenar de sentido al escenario y no al contrario.

¿En qué andas trabajando, Salvador? ¿Alguna novela en ciernes?


Siempre la novela me está rondando. Siempre hay una historia que de algún modo, mientras la buscas, ella te busca a ti.










Salvador Compán: «La sociedad de la posguerra fue muy parecida a la de la Contrarreforma»

ABC 5 de Mayo de 2017

Salvador Compán (Úbeda, 1949) regresa al territorio en que creció en su nueva novela, la séptima en su bibliografía, titulada, a partir de un verso de Antonio Machado, «El hoy es malo, pero el mañana es mío» (Espasa). El escritor radicado en Sevilla traza una historia de esperanza y redención en los años de plomo de la posguerra española en Daza, ciudad imaginaria y acrónimo de Úbeda y Baeza, y alrededor de un pintor, Vidal Lamarca, que volverá a despertar a la vida cuando comience la relación con una mujer.

–Vidal Lamarca es un personaje complejo. Ha sufrido en la Guerra Civil pero que también ha infringido daño.

–Es un personaje que lleva esa cárcel dentro, como encerrado en varios recintos, como un extranjero dentro de la ciudad. El último círculo concéntrico de esos recintos es la culpa de un delator que, efectivamente, ha hecho daño y que tiene que redimirse como puede y al final encuentra esta idea, que en gran modo es redentora: Nadie si es humano debe ser un vencido, lo propio de la humanidad es la resistencia. Cuando alguien está derrotado del todo, renuncia a sus facultades humanas en general o por lo menos las aparta. Y él tiene ese punto de resistencia, de quererse a sí mismo, con la ayuda o con la gran palanca del amor que es el que va generar la metamorfosis…

–La entrada de Rosa Teba supone todo un revulsivo para Lamarca.

–Exacto, es, de pronto, verte a ti mismo que no te quieres y ver a alguien que sí te quiere. Encontrar en esa mirada del otro un espejo más real que al que estás acostumbrado cuando te miras a ti mismo, ese es el camino de emancipación que encuentra, cuando ve que alguien encuentra valores que él mismo no se ve. Y desde ahí quiere parecerse a la mirada del otro. En definitiva, eso es el amor, nos imaginamos al otro, nos lo inventamos, pero procuramos saber cuál es la imagen que tiene de nosotros el otro e intentamos parecernos a ella, eso es lo que intenta Larmaca.

–Sitúa la acción en una ciudad trasunto de Úbeda y Baeza, dos ciudades que conoce bien, ¿pero también las ha elegido porque una ciudad pequeña de provincias simboliza mejor la España de posguerra?

–Sí, se ve más en carne viva, porque en espacios pequeños todo resuena más y es más visible. Pero hay otras razones.Me gustaba la idea porque Daza es un acrónimo de Úbeda y Baeza, y lo quise hacer así porque son dos ciudades que están a nueve kilómetros una de otra y esa proximidad espacial la han tenido también histórica y culturalmente. Además, es el territorio que conozco. Siempre que hay que poner en pie la historia y los personajes en un espacio que se conozca. No podría poner en pie una novela situada en Moscú, la podría contar, pero sería una traición a mí mismo como narrador. El espacio puede tener un valor significativo y aquí lo tiene como ciudad provinciana donde la asfixia de la dictadura era más palpable.

— ¿Por qué cree que hay en los últimos años una vuelta hacia la posguerra en buena parte de la narrativa española? ¿por qué hay ese interés?

–El pasado nos debe interesar siempre y el reciente, doblemente. Si es tan traumático que supuso un tajo que dividió España por la mitad en esa guerra fratricida que es lo peor que le puede pasar a un pueblo, hay que analizarlo, asimilarlo. No se puede tapar con una alfombra. La posguerra es el oscuro resplandor que la guerra dejó. Tiene unos formantes sociales y estructurales muy parecidos a los de la Contrarreforma, un periodo también traumático. La posguerra convirtió a España en algo anémico, cultural y materialmente, y casi catatónico. Esa sociedad tuvo casi las mismas características que la de la Contrarreforma en el Siglo de Oro, de una gran presencia de dogma religioso, la división entre españoles de primera división del bando nacional, que eran como los cristianos viejos frente a conversos y judíos. Hay tantas concomitancias que la posguerra sigue siendo un territorio narrativo con mucha capacidad semántica, de explicar vidas sometidas a presiones. Lo propio de la literatura no es contar lo cotidiano, porque todas las familias felices se parecen.

— Como decía Tolstói.

–Así comienza «Anna Karenina» y, sin embargo, las desgraciadas lo son cada una a su manera. Los periodos históricos, cotidianos, sin grandes sobresaltos, se parecen unos a otros, me refiero desde el punto de vista literario. La normalidad es mucho menos literaria, rinde menos narrativamente, poética o dramáticamente, que los periodos donde hay distorsión. Lo propio de la novela, de hecho, es que haya cambio, una tesis, una antítesis, un estado de equilibrio que debe desequilibrarse porque si no, no hay historia.

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«Quise reivindicar a María Lejárraga y a tantas mujeres que sufren maltrato»

Diario de Córdoba 28 de Mayo de 2012

–Usted ha dicho que a veces se escribe para añadir páginas a la vida y que, en este caso, le había motivado escribir una página que faltaba, la de María Lejárraga. ¿Qué le impulsó a escribir sobre María y por qué una novela y no, por ejemplo, un ensayo?

–María Lejárraga fue una mujer fascinante y solidaria, tan generosa como expoliada, que se dejó robar su obra literaria por su marido y que solo tuvo la recompensa del exilio y de la soledad. Yo quise reivindicar a una persona así y, en general, a tantas lejárragas que todavía nos rodean, mujeres que en silencio sufren cualquier tipo de maltrato. Como soy novelista, he utilizado las armas de la narración para escribir una historia actual, con personajes de hoy y con una protagonista que, en realidad, será quien escribirá la página que le falta a la vida de María Lejárraga.

–Para reivindicar la figura de María Lejárraga se sirve del expolio literario a otra mujer, Luisa Lasarte. Sin embargo, ambas son muy distintas. Mientras María admiraba a su marido y utilizaba sus apellidos incluso después de muerto, Luisa lo odia, incapaz de asumir la pérdida de su obra.

–No solo la obra robada. Lo que Luisa no acepta es el robo de su vida, de su condición de mujer, mientras que María Lejárraga fue una persona que dedicó su vida a luchar por la igualdad y, sin embargo, se dejó vampirizar por su marido, que la abandonó por la primera actriz de su compañía teatral y siguió firmando hasta su muerte lo que ella escribía. Una paradoja la de María que, quizá, solo puede darse en una persona que llevó la generosidad a su máximo grado.

–‘Palabras insensatas…’ es la historia de un expolio literario cruel y sin excusas, pero es también la historia de una venganza, de cómo Luisa, a través de la seducción, utiliza a los demás para ponerlos al servicio de su causa.

–Más que vengarse, lo que hace Luisa es buscar la salida de la cárcel en la que la ha encerrado el marido. Esa cárcel tiene los muros muy gruesos porque Luisa guarda el secreto que puede destruir a su carcelero. Tendrá que salir abriendo muchos cerrojos, utilizando la cautela y la inteligencia, olvidando su miedo o apoyándose en quien puede ayudarla. Es todo como una huida, lenta y calculada, hacia su autonomía.

–¿Quedan muchas Marías Lejárragas por descubrir, por hacerles justicia?

–Desgraciadamente, sí. Mujeres que les dedican todo su tiempo a los maridos, que no viven su propia vida sino la del otro o que tienen un salario inferior al de los hombres. O que dan, que viven para dar, sin recibir. Como si tuvieran que cargar con un peso ajeno que alguien (digamos que una tradición patriarcal y perversa) les ha puesto sobre los hombros.

–El libro refleja o sugiere también la trastienda de la edición, el robo de ideas o poemas. ¿Significa esto que cualquier poeta novel que se presenta a un concurso o envía su original a un editor se puede encontrar un día con un libro suyo -o parecidísimo- a nombre de otro? ¿Hay muchos expoliadores literarios como Díaz-Rey, el marido de Luisa?

–Esperemos que no haya emboscados muchos depredadores como Díaz-Rey o como Martínez Sierra. Desde luego, el mundo literario no es una cacería de obras ajenas. Sin embargo, han sido noticia personajes notorios que han resultado ser profesionales del plagio o de la contrata de negros literarios.

–¿Qué opina de la intertextualidad? ¿Estamos abusando de ella?

–Creo que la facilidad que da internet para cortar y pegar textos de otros está ya dando negros frutos en las universidades o, en general y sobre todo, en los textos ensayísticos.

–Uno de los principales aciertos de la novela es su composición, a modo de reportaje de investigación o «crónica llena de inmediatez y de realidad» que permite a los lectores ver cómo se va montando la historia. ¿Tuvo claro desde el principio que debía contarla así? ¿Por qué lo hizo?

–Sí. Cada novela tiene sus exigencias. Esta es una novela en la que las pasiones están tan a flor de piel que llegan a ser como «personajes» con vida propia. Por eso, quise que los sentimientos se vieran crecer desde dentro, con todos sus matices; que la historia fuera tan cercana al lector que la viviera con los ojos de los protagonistas sintiendo cómo la literatura puede ser una experiencia insustituible, esclarecedora, y un viaje liberador.

–Hay algunos asuntos que se han quedado sin resolver, como el juicio a Scott Cover. ¿Significa esto que tendrá continuación?

–Está resuelta la acción fundamental. Lo que queda abierto es ya del lector. Es él el que debe completar la novela, su novela. Esa es la continuación que desearía para Palabras insensatas que tú comprenderás .

–¿Qué esta escribiendo actualmente?

–Escribo otra novela que no sé a dónde irá, porque está en esa fase en la que, para mí, escribir es descubrir, buscar, sorprenderme a mí mismo.

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Salvador Compán recupera la figura de María Lejárraga en su nueva novela

Emociones literarias en ‘Palabras insensatas que tú comprenderás’
Ginés Donaire Jaén 13 ABR 2012 – 16:38 CET

El escritor jiennense Salvador Compán intenta sacar del olvido en su última novela a María Lejárraga, una feminista histórica y autora de obras como Canción de cuna o la letra de Amor brujo, piezas todas ellas que firmó su marido, Gregorio Martínez Sierra. En Palabras insensatas que tú comprenderás (Almuzara) el lector encuentra, explica Compán, «un mundo de pasiones muy acentuadas» dentro de una novela contemporánea donde la mujer es el principal eje.

Compán, que ha presentado su novela en la Biblioteca Provincial de Jaén dentro del programa Letras Capitales del Centro Andaluz de las Letras, destaca de María Lejárraga su «trayectoria vital y su extraordinaria generosidad». Tanto fue así que entregó toda su obra a su marido, que luego la abandonó para irse con la primera actriz de su compañía de teatro. Lejárraga, que fue diputada socialista por Granada en las Cortes Republicanas, se exilió, primero a Francia y luego a Hollywood, donde probó suerte como guionista de cine. Y murió en Argentina en 1974 en la más absoluta soledad y sin atribuirse la autoría de obras que triunfaron luego en el teatro y el cine. En una de sus últimas cartas animaba a las mujeres a luchar por la solidaridad humana.

El escritor de Úbeda, finalista del Premio Planeta en el año 2000 con Cuaderno de viaje, se acerca a Lejárraga a través de la azarosa trayectoria de Luisa Lasarte, la protagonista de la novela. Compán establece un interesante paralelismo entre ambas en un juego literario que, en cierta medida, recuerda el de la célebre Soldados de Salamina, de Javier Cercas, por su exploración del pasado desde el presente (y a la inversa).

«Es una obra que aborda una historia actual, de sentimientos a flor de piel, con el protagonismo de una mujer que tropezó con el amor», subraya Compán. La novela gira en torno a Scott Cover, un profesor norteamericano afincado en un pueblo del Mediterráneo a la espera de un turbio proceso judicial. Scott caerá bajo el influjo de la extraña fascinación que desprende Luisa Lasarte y la ayudará a recuperar el protagonismo de su vida. Ese empeño, al que Scott se consagrará como si explorase un territorio desconocido, pondrá al descubierto todo un muestrario de pasiones: el amor y la impostura, la lucha por la dignidad y el maltrato, la humillación, el miedo o la venganza. «He intentado escribir esas páginas que le faltan a la vida, y en especial la página que le falta a María Lejárraga», concluye Compán, que fue Premio Andalucía de la Crítica en 1999 con Un trozo de jardín.

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Salvador Compán habla a su público jienense del vínculo que le une con su tierra

El escritor participó ayer en el encuentro de las Letras Capitales en el que habló de su obra narrativa y de sus futuros proyectos
26.11.10 – 02:35 – MÓNICA LOPERA | JAÉN.

Fiel a su tierra y a su público jienense, el escritor Salvador Compán mantuvo ayer un encuentro con sus lectores en la Biblioteca Pública dentro de las actividades que organiza el Centro Andaluz de las Letras. Allí habló de su obra narrativa y de su historia como escritor.

Se centró concretamente en Jaén y recordó las novelas que ha escrito relacionadas con su tierra. Así habló de la primera, ‘El Guadalquivir no llega hasta el mar’, que fue Premio Jaén de Novela; también ‘Cuaderno de viaje’, finalista del Premio Planeta; y ‘Jaén, la frontera insomne’, una especie de autobiografía ensayística sobre sus vivencias en su tierra «con un grado alto de reflexión sobre lo que somos colectividad los jienenses, como historia, como posible futuro», según él mismo describió ante el público que le escuchaba atentamente.

Y es que Salvador Compán tiene un vínculo muy especial con Jaén, «una grapa», como él la llama, que le hace que, aunque no resida aquí, sí tenga «un punto de referencia emocional que va contigo siempre, lo que te da tus coordenadas de vida cuando te formas como persona, no sólo la tierra, sino también la gente».

Durante el acto celebrado ayer en la Biblioteca Provincial, también habló del libro de cuentos que publicó en 2007, ‘Cuídate de los poemas de amor’ y en el que también aparece un personaje relacionado Jaén, demostrando una vez que la provincia en la que nació siempre está presente, de una u otra forma, en sus textos.

Nuevo libro

En cuanto a sus proyectos de futuro, Salvador Compán señaló que posiblemente el próximo año vea la luz una nueva novela suya en la que aborda el tema de la violencia de género y en la que, como en la mayor parte de sus obras, también habrá metaliteratura, en este caso porque aparecerá en el libro la figura de un impostor literario.

Nacido en Úbeda en 1960, Salvador Compán es licenciado en Filología Románica por la Universidad de Granada. Es profesor de Lengua y Literatura y ha impartido clases en institutos de Laredo, Ibiza y Bruselas. Actualmente es catedrático de Lengua y Literatura en el IES San Isidoro de Sevilla, ciudad donde reside.

Su actividad profesional y vital ha girado, y sigue haciéndolo, en torno a la literatura, tanto en sus aspectos creativos como teóricos. Cultiva una literatura autorreflexiva en los moldes de la novela histórica y de denuncia social; la crítica destaca su capacidad para manejar los más variados registros, como la trama folletinesca, la narración historicista y el intimismo reflexivo. Ha obtenido varios premios de narrativa breve y, con anterioridad a ‘Cuaderno de viaje’ (finalista del Premio Planeta 2000), publicó tres exitosas novelas.

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Salvador Compán recrea su infancia en ‘Jaén, la frontera insomne’

29.11.07 – D.G.

El escritor Salvador Compán (Úbeda, Jaén, 1949) presentó ayer en Jaén su último libro, Jaén, la frontera insomne, una aproximación literaria a los escenarios de su infancia en el que el que fuera finalista del Premio Planeta en 2000 con Cuadernos de Viaje constata una paradoja que se ha dado en todos los momentos históricos de la ciudad jiennense y de la que no ha escapado tampoco la provincia: el protagonismo de Jaén se ha hecho a costa de sí misma, en función siempre de otros. Y su historia, marcada también por un cruce de caminos geográfico, se recoge en este nuevo título de la colección Ciudades andaluzas en la Historia, de la Fundación Lara.

El texto se ve enriquecido por un centenar de ilustraciones a todo color, cuidadosamente escogidas para esta nueva edición. Escrito en lenguaje ameno y narrativo, el ensayo contrapone el presente con momentos significativos del pasado y con ese hilo conductor de una tierra que ha luchado y lucha por existir.

El escritor Salvador Compán se ha acercado a su tierra para describirla en un libro de marcado tono personal donde las referencias a la historia, el arte o la literatura se entrecruzan con los recuerdos del autor jiennense para ofrecer el apasionante panorama de uno de los territorios más hermosos de la península, cuyo protagonismo histórico ha estado ligado a los momentos de reajuste o fricción.

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